Así operaban los traficantes de terrenos del fundo Carolina en Puno
Debido a la complejidad del caso, la manera de actuar de los traficantes no se ve claramente, por lo que es necesario dar un nuevo vistazo a lo investigado hasta ahora.
A las ocho de la noche del 14 de mayo de este año, el ahora encarcelado César Cama aparecía con un impecable traje junto a su colega, el abogado Abel Nuñez Mirabal. “Hablaremos con documentos”, dijo Núñez, y comenzaron una profusa exposición en defensa de las supuestas propiedades de Nicanor Flores.
En sus manos portaban dos documentos clave en la investigación y, en ese momento, las mejores cartas de Nicanor Flores para dar respaldo legal a la invasión de los terrenos contiguos al kilómetro 6 de la carretera Puno-Laraqueri (Fundo Carolina): el documento de compraventa en el que, el extinto Padre Inkrata le cede el derecho de propiedad al susodicho y la ficha registral que inscribe esa supuesta propiedad ante el Estado.
Aquí se debe explicar que las mafias de invasores de terrenos se organizaron en dos frentes: un frente legal, compuesto por una suerte de sicarios letrados; y uno social, compuesto por cientos de pobladores organizados por lugartenientes del cabecilla.
En esos momentos, muchos televidentes puneños eran enredados por los argumentos de ambos abogados. El discurso legal tiene el efecto de marear y convencer, aprovechando el desconocimiento y la fatiga mental que causa el intento por ver claro entre las brumas legales.
“…Yo puedo falsificar un documento, pero no dos documentos”, decía Núñez, luego de media hora de exposición. Nicanor y compañía se las arreglaron para fabricar un documento de compraventa firmado por un notario ahora muerto, y obtuvieron la ficha registral usando otra versión del mismo documento de compraventa.
A partir de ambos documentos, construyeron decenas de argumentos que causaron dolores de cabeza a los responsables de cuidar las propiedades de la UNAP, el instituto JAE y la comunidad Mi Perú.
Mientras el frente legal hacía lo suyo ante los medios de comunicación y en los pasillos de Registros Públicos, Poder Judicial y más sedes estatales, el trabajo sucio lo hacían una serie de individuos reclutados por Nicanor Flores y compañía.
El trabajo de reclutar la masa para la invasión empezó mucho antes. Ya en agosto del año pasado, trece bases de 400 a 450 “socios” cada una, fueron organizadas y puestas al mando de Rogelio Quiñones, Yoni Villanueva, Hugo Calizaya, Benjamin Ticona, Lucio Gómez, Emiliano Quiñones, Rosalina Quispe y Miguel Mamani, entre otros señalados por la fiscalía.
Esta “base social” actuó como una podadora sobre los terrenos codiciados. El 3 de enero del año 2015, a las 7 de la mañana, a bordo de varios vehículos, casi dos mil personas, muchas de ellas cubiertas con pasamontañas y chalinas, arribaron a los terrenos de la comunidad Mi Perú y, tras su incursión, dos comuneros tuvieron que ser hospitalizados, en tanto que una mujer, Delia Quispe Susana, resultó con lesiones graves.
Esta fue solo una de tres incursiones “grandes” y “varias pequeñas” que significaron el derribamiento de cercos, robo de ganado, destrucción de pequeñas cabañas, numerosos comuneros agredidos y desalojados entre el 20 de diciembre del 2014 y el 21 de marzo del 2015. Esta fue la “segunda etapa de la invasión”(la primera fue el año pasado y acabó con un desalojo en agosto del 2014)
De esta manera, para el 14 de mayo de este año, fecha en que encontramos a los abogados de Nicanor hablando frente a la televisión, sobre los terrenos estaba asentada una pequeña ciudad, con calles demarcadas y plantas de producción de bloquetas.
¿Hasta dónde llega la red de la mafia? ¿Qué les salió mal? ¿Cuánto dinero está en juego? ¿A quiénes al interior del Poder Judicial, o de Registros Públicos, involucraron? Muchas de estas preguntas se responderán a lo largo del proceso y otras simplemente quedarán como un misterio.
Casi la totalidad de la información para este recuento fue recabada por la Fiscalía Contra el Crimen Organizado, notándose que, por estrategia legal, se ha guardado sus mejores cartas, las mismas que serán reveladas en el transcurso del proceso.
fuente : los andes